lunes, 10 de agosto de 2009

Sangre Maldita / Epilogo


Era fin de semana así que la armada daba licencia a sus miembros que llevaban una buena conducta. Al bar “La Cueva” que se encontraba a sólo unas cuadras del cuartel entró un hombre, el lugar se encontraba casi vacío, se sentó en la barra.

El cantinero se acercó a él y preguntó:

- ¿Qué le sirvo almirante?

El hombre respondió:

- Lo de siempre.

Segundos después se encontraba frente al almirante un Whiskey on the rocks, a su derecha se encontraba un hombre medio borracho, el almirante tomó el trago de un golpe y dijo:

- ¿Quiere alguien oír la historia de la mujer que llegó para quedarse?

Ni un alma en el bar le respondió al almirante pero aún así éste prosiguió:

- Es de esas chicas a las quieres tanto que luego lo lamentas, aunque no te arrepientas ni de un solo día. ¡Ah mujer, mujer!

El segundo trago llegó e hizo exactamente lo mismo, se lo tomó de golpe y continúo:

- Jamás he conocido nada parecido he estado solo, me he perdido, he estado oculto pues las demás chicas no eran como ésta, enamorado, me sigo enamorando y ella sigue escribiéndome.

El borracho que se encontraba al lado en un acto de piedad al ver que nadie le respondía al almirante le preguntó:

- ¿Cómo se llama ella?

Y el almirante respondió:

- Daniela.

Sangre Maldita / 6. Ella te ama


Fernando colocó su maleta en el portaequipajes y tomó su lugar, poco a poco se fue llenando el tren, cuando buscó su reloj de bolsillo encontró un sobre y lo abrió, para sorpresa suya era una carta, se apresuró a leerla:


Fernando:


Amor créeme cuando te digo que ayer al decirme que te ibas me rompiste el corazón. Cariño si me dejas jamás sobreviviré sola, créeme cuando te ruego que no me dejes sola.

Cuando me dijiste que te ibas, bien sabes que lloré y me quebré. Las palabras fluyen como lluvia, se deslizan al pasar, se resbalan, estanques de tristeza, olas de alegría atraviesan mi mente abierta poseyéndome y acariciándome, nada va a cambiar mi mundo. Veo que el amor se está yendo de mi lado mientras lloro, no sé por qué no podemos resolverlo, no sé quién te alejo de mí y sigo llorando.

No era celosa antes de conocerte, ahora toda mujer que veo es una amenaza potencial. Soy posesiva y eso no es gracioso, solías decirme que fumar era mi único vicio, pero ahora no es cierto, ahora todo es nuevo.

Era como disparar a un pato manso, una pequeña plática, una sonrisa y me dejabas atontada. Aún no sé qué has hecho conmigo, una mujer no debe caer tan fácilmente.

Tengo algo de miedo cuando no te tengo cerca, insatisfecha, obvio mi orgullo, te ruego cariño no te vayas.

Si te vas me matarás de pena, no lo hagas, te lo pido de rodillas en nombre de este amor, aguarda un poco más. Saca ya de tu cabeza esa absurda idea de que lo nuestro ha llegado a su fin, por favor recapacita regresa y apiádate de mi.


Con todo el amor: Daniela.



El hombre sentado a su lado leyó toda la carta y dijo:

- ¡Oh chico ella te ama!

Fernando mirando a la nada como hipnotizado por las palabras de Daniela dijo:

- Algo en su manera de moverse, me atrae como ninguna otra, algo en su manera de coquetear, no quiero dejarla ahora pero así debe ser.

El tipo a su lado dijo:

- Muy profundo pero ¿crees que logres olvidarla?

Fernando aún con la mirada ida respondió:

-¿Me preguntas si mi amor se irá?, no lo sé, en verdad, no lo sé.

Así el tren siguió su rumbo hasta su destino final la ciudad de Managua donde Fernando tomó un autobús para llegar a Panamá.

Sangre Maldita / 5. Boleto para viajar


El sol aún no salía, en el anden 3 de la estación de trenes se encontraban Daniela y Fernando; la mañana era gélida y había lloviznado un poco, parecía que incluso el clima sentía la pena que experimentaban ambos.

Daniela había pasado la noche en casa de una de sus amigas, sabía que si regresaba a casa no podría despedir a Fernando.

Ninguno de los dos había dicho una palabra en lo que iba de aquella mañana, lo único que rompía con el silencio era la voz chillona que anunciaba las salidas y llegadas, ambos llevaban sus manos metidas en las calidos bolsillos de sus abrigos pues el frío se las hubiera entumecido rápidamente, Fernando rompió el silencio diciendo:

- Voy a decirte algo, creo que lo entenderás, cuando te lo diga quiero tomar tu mano.

Así fue ambos se tomaron de la mano, ahí solos en el andén 3 mirándose a los ojos Fernando le dijo:

- Cierra los ojos y te besaré, mañana te echaré de menos, recuerda que siempre te seré fiel.

Daniela sonrío y respondió:

- Sí, ya lo creo.

Fernando prosiguió:

- Y cuando esté lejos te escribiré cada día, te enviaré todo mi amor, imaginaré que estoy besando los labios que añoro, esperando que mis sueños se hagan realidad.

A Daniela se le habían brotado las lágrimas, aún así pudo decirle entre sollozos:

- Nadie me amó nunca como tú, no me abandones.

Hizo una pausa para tragar saliva y continúo:

-Estoy enamorada por primera vez, no sabes cuánto durará, es un amor eterno, es un amor sin pasado, te repito una vez más, no me abandones.

El tren llegó al andén 3, Fernando sabía que debía abordarlo antes de bacilar y arrepentirse, así que abrazo a Daniela le dio un beso en la cabeza y antes de pisar el primer escalón del tren le dio una carta.

Daniela esperó a que el tren se alejara por el túnel, se sentó en una banca, abrió el sobre y leyó la carta que decía:

Daniela:

Lo que escribiré te causará una gran pena, porque sé que yo soy tu fortuna y que al irme tendrás que llorar, aún no sé cómo voy a olvidarte, sólo sé que así tiene que ser y aunque digas que soy un cobarde ya la vida te hará comprender. Es igual para los dos el castigo, sentiremos el mismo dolor, llevaré tu recuerdo conmigo, dejaré como adiós esta carta.

Si al pensar en lo vivido me quisieras salir a buscar, toma en cuenta que no dejo huella, que soy un perdido que no has de encontrar, siente alivio sabiendo que sufro, siente dicha pensando que yo en cualquier rincón del mundo estaré recordando tu amor.

Yo se bien vida mía lo que digo, nuestras vidas jamás se han de unir porque soy y seré para siempre tu primo y por nuestras venas corre la misma maldita sangre.

Fernando.

Daniela guardó la carta en su abrigo y se dirigió a la salida, se sentía tan pesada, para ella las cosas no habían terminado, aún tenía que enfrentar a sus padres los cuales sentirían alivio al saber que Fernando se había ido.


Sangre Maldita / 4. Ella entró por la ventana del baño


Fernando se dirigía de su recamara al comedor cuando vio una figura conocida en el baño así que retornó, se asomó con cautela al baño y vio sentada en el piso a Daniela, se acercó a ella y le dijo:

- Ya lo se, nos han descubierto mis padres fueron ahorita a tu casa a resolver esto, ¿sabes las consecuencias detrás de esto?

La confusión de Daniela se multiplicó mil veces, por el tono en la voz de Fernando aquella consecuencia se oía siniestra, ella negó con la cabeza a la pregunta de Fernando y preguntó:

-¿Cuál es la consecuencia detrás de esto?

Fernando tomó a Daniela del brazo y la llevó hasta la sala, la dejó sentada mientras le preparaba un té. Cuando regresó traía consigo dos tazas, una se la extendió a Daniella y la otra la conservo él.

Para Daniela aquella escena se le hizo familiar, en un instante tuvo una regresión al momento en que sus padres la estaban regañando el día anterior. Aún bajo los efectos hipnóticos de la regresión se percató de algo, cuando subía las escaleras hacia su recamara escuchó a su madre decirle a su padre:

- Si se entera sabes que jamás lo perdonará y no tengo que decirte cuál sería el perfecto castigo para nosotros.

Aun así no entendía lo que pasaba aunque sí sospechaba algo, cuando volvió a la realidad vio a Fernando gesticulando palabras pero no entendió nada así que le dijo:

- ¿Puedes volver a repetirlo? Por favor.

Fernando frunció el ceño y dijo:

- Lo que intento decirte es que si nuestro abuelo se entera de esto desheredará a nuestros padres, eso es lo que les preocupa: el maldito y podrido dinero.

Para Daniela todo se había esclarecido y eso era lo que preocupaba a sus padres, perder la herencia.

Fernando se levantó y miró por la ventana unos minutos hasta que decidió romper con el cruel silencio diciendo:

- Tenemos que resolver esto ¿Tienes alguna idea?

Daniela no sabía qué responder, en realidad no tenía un plan para una situación como ésta y respondió:

- No mi amor.

Fernando dejó de mirar por la ventana y fijó sus ojos en Daniela, ella jamás olvidaría las palabras que le dijo:

- Pues yo sí tenía una plan, aunque no apruebo los intereses materialistas de mi padre, creo que lo mejor para nosotros sería separarnos, ningún amor puede crecer en estas condiciones te ruego que te resignes a mi y aceptes el sacrificio que ambos debemos hacer.

Daniela rompió en llanto, tantas preguntas venían a su cabeza, intentó tranquilizarse y formular una a una para saciar sus dudas, así preguntó:

- ¿A dónde iras?

Fernando le respondió:

- Como ciudadano panameño tengo que cumplir con el servicio militar un año, si al cabo de ese año las cosas siguen candentes por aquí creo que me incorporaré al ejército.

Daniela lanzó otra pregunta:

¿Crees que tu papa te apoye?

Fernando respondió:

- Sí, ya habíamos hablado de que tenía que cumplir con esto, si a eso le aumentamos lo sucedido querrá que mañana mismo parta a Panamá y así será.

Las lágrimas de Daniela empezaron a chocar contra el suelo y lanzó las últimas preguntas:

- ¿Por qué me abandonas? ¿Acaso no me amas?

Las preguntas fueron como un golpe para Fernando en la boca del estómago, por un momento sintió marearse pero recordó que si alguien debía conservar la cordura en ese cuarto era él y respondió:

- Si te amo, sólo hago lo mejor para los dos.

jueves, 6 de agosto de 2009

Sangre Maldita / 3. Ella se fue de casa


Los primeros rayos de sol comenzaban a tocar al fraccionamiento Cañaveral, la nana tocó la puerta como era la rutina, según esta misma Daniela debía abrir la puerta, pero como había pasado en dos ocasiones anteriores nadie la abrió, entonces la nana se tomó la libertad de abrirla, no fue una sorpresa para ella encontrar la cama vacía ya que Daniela se había escapado dos veces con anterioridad, en sus adentros la nana pensó:

"Bueno la tercera es la vencida"

Bajó a informar a los padres de Daniela, ambos se quedaron estupefactos, no creían que las cosas se pudieran poner más negras pero parecía que el destino se estaba burlando de ellos. Julián salió de la casa, subió a su automóvil y empezó a buscar a Daniela, mientras Teresa daba aviso a la policía.

A sólo un docena de cuadras de ahí Daniela iba en el transporte público con rumbo desconocido, su mente se encontraba abstraída, no podía tomar una decisión sola, debía verlo a él, pero a la vez no sabría como reaccionaría él cuando se enterara que ¡Oh sorpresa, el telón se ha abierto y la función ha comenzado!

Por primera vez en su vida no sabía adonde dirigirse y eso la desconcertaba tanto que las lágrimas comenzaron a rodar por sus pálidas mejillas, una anciana se acercó y le preguntó:

- ¿Puedo tomar el asiento?

Daniela asintió con la cabeza y una vez que la anciana se había sentado, la contempló un rato y dijo:

- Querida no llores por él, mírame a mí, pensaba que cuando tuviera 64 estaría al lado de mi esposo, pero la historia fue diferente y me abandonó cuando apenas llevábamos 7 años de casados.

Daniela no pudo evitar reír un poco y respondió:

- No, él sí me ama, el problema es otro y necesito resolverlo ya.

La anciana se quedó cavilando un rato y la miraba como analizando la situación sin saberla; entonces dijo:

- Pues entonces él debe saber que lloras, solo él puede traerte consuelo si es que te ama como dices.

La anciana se levantó y bajó en la siguiente parada, Daniela aún no sabía si eso había sido una epifanía o en realidad había pasado, su mente se iluminó y se dirigió a casa de Fernando, hizo la parada y que ese camión no la llevaba adonde necesitaba.

Llegó al edificio de apartamentos donde vivía Fernando y vio estacionado afuera el automóvil de su tío Adrián, esperó al menos dos horas hasta que salieron del edificio sus tíos sin Fernando, y entonces se decidió a entrar pero recordó que el portero del edificio era amigo de su tío, si éste la veía entrar seguro le llamaría y rápidamente darían con su paradero, así que en un arriesgado y sagaz intento por entrar al edificio escaló por una escalera de incendios y entró al departamento de Fernando por una ventana.

martes, 4 de agosto de 2009

Sangre Maldita / 2. La noche de un día difícil


Daniela sólo se había limitado a decirles a sus padres:

- Fernando me enamoró con su forma de ser, si ustedes no pueden captarlo entones no hablaré nada con ustedes.

Subió a su habitación y de un portazo puso punto final a la conversación. Su mente no podía procesar el hecho de que sus padres se hubieran enterado, mucho menos sabía cómo lo habían hecho si nadie sabía su secreto o al menos eso pensaba.

Se recostó en su cama y puso una almohada sobre su cabeza, el perfume con el que estaba impregnada hizo que su mente rápidamente se transportara a aquel día en que conoció a Fernando. Cómo olvidar cuando su madre le dijo que su Tío Adrián volvía de Panamá donde había estado los 16 últimos años y traía consigo una familia ya formada, la cena de bienvenida sería en su casa. Uno a uno fueron llegando los invitados, el Tío Adrián llegó al final con su familia, ahí fue cuando conoció Fernando, su hijo, y a su esposa Carmen. Para ella Fernando era el chico más guapo que hubiera conocido, sus ojos eran café claro, de tez trigueña, cabello castaño y largo en una forma sensual, musculoso pero no se le marcaban de una forma grotesca sino en una forma sutil, algo parecido al David de Miguel Ángel, alto y con un porte simpático, propio de los habitantes de países tropicales.

Por algún azar del destino ese día Fernando se sentó a la mesa junto a ella y comenzaron a platicar de cómo era la vida en Panamá, después de terminar el postre ambos salieron al jardín, Fernando le preguntó:

-¿Quieres aprender a fumar?

Ella atontada aun por su belleza y su sonrisa le respondió:

- Claro ¿Por qué no?

Al principio ella no pudo sostener ni una bocanada de humo así que él le pidió que echara sus brazos hacia atrás, ella con un poco de desconfianza le preguntó:

- ¿Qué vas hacer?

Él con una sonrisa pícara le dijo:

- No te preocupes todo estará bien.

Tomó el cigarro le dio una larga bocanada, le dijo a ella:

- Abre tu boca.

Ella la abrió y él exhaló en su boca el humo, lo hizo en repetidas ocasiones hasta que ella animada por lo mágico del momento lo besó y éste le correspondió. Cuando el beso terminó, él le dijo sonriendo:

- Solían decir fumar era mi único vicio, pero ahora creo que eso no es verdad.

Ella se sonrojó pero el momento le dio el suficiente valor para preguntarle:

- ¿Crees en el amor a primera vista?

Él lo pensó unos segundos, también sonrió y le respondió:

- Si, creo que sucede todo el tiempo.

Ahora esos recuerdos se sentían tan distantes y las dudas la asaltaban, en lo más profundo de su alma se preguntaba si realmente lo amaba, si lo que estaba haciendo estaba bien, así sumándose una a una las dudas hicieron que sus párpados le parecieran dos cortinas pesadas y comenzaron a ceder cerrándose hasta quedar en un sueño profundo.

lunes, 3 de agosto de 2009

Sangre Maldita / 1. Un dìa en la vida


El mensaje de texto recibido por Daniela había sido claro: “Te queremos en la casa lo mas pronto posible”. Para ella el mensaje se antojaba aterrador, sabía que no se trataba de una urgencia familiar, puesto que el mensaje provenía de su padre y él pocas veces le mandaba mensajes. Ella comenzó a temer lo peor, un secreto guardado desde hace ya 7 meses, algo que sus padres no podían saber bajo ninguna circunstancia, el solo hecho de pensar que lo hubieran descubierto hizo que una fuerte descarga de adrenalina recorriera su cuerpo que combinado con el hedor del transporte público casi provoca que vomitara pero no se podía permitir pasar tremenda vergüenza.

Ella hubiera deseado que el camión jamás se detuviera y siguiera en una ruta eterna pero en el mundo real las cosas no sucedían así y eso ella lo sabía, irónicamente su secreto desafiaba la razón de la sociedad o como le decía “puercos que corren ante el cañón de un rifle” refiriéndose al pavor que le tienen a las cosas inexplicables.

Bajó y caminó hasta la entrada del fraccionamiento Cañaveral donde ella residía con sus padres y hermana, hija de un abogado y una contadora, su vida era gris hasta que “él” tocó a su puerta. Así entró a su fraccionamiento, su cerebro daba ordenes torpes a sus pies de volver sus pasos pero éstos no obedecían y seguían en línea recta hacia su casa, una a una pasó delante de las casas de sus vecinos y llegó a la penúltima, para ella la casa más odiada, ahí vivían las gemelas Curiel, sus enemigas mas acérrimas.

El momento más esperado de aquella hora que había transcurrido entre el mensaje de texto y su arribo al fraccionamiento llegó, el entrar a su casa. Como cada día al llegar de la escuela dejó su mochila en una silla que se encontraba en una pequeña recepción y se dirigió a la sala donde sentados en un sillón estaban María Teresa y Julián, frente a ellos se encontraba la mesa de centro y después un sillón individual que ese día jugaría las veces de banquillo de los acusados.

Entró a la sala y se sentó donde ya sabia que le correspondía, los ojos de su madre hinchados, rojos y aún con lágrimas daban evidencia del llanto que la había atormentado y aún no cedía, por otro lado, su padre tenía la mirada perdida pero aún así la furia se reflejaba en sus ojos que se encontraban inyectados de sangre marcando las numerosas arterias oculares.

La sala estaba rodeada de un silencio sepulcral que sólo se veía interrumpido de vez en cuando por los sollozos de su madre, pero no sería mucho el tiempo que el recinto permanecería así ya que su padre exclamó con la voz quebrada:

- ¿Cómo puedes hacer esto?, es que acaso ¿no te hemos enseñado lo mínimo de moral o decencia?

Daniela sabía que tenía que responder, cualquier cosa que dijera no podía empeorar más las cosas, pero ella no encontraba las palabras para describir cómo llegó a enrolarse con él, eran tantas ideas y tantos recuerdos, que no le hubieran bastado un millón de palabras para describir su historia de amor.


Sangre Maldita / Prologo


En pleno siglo XXI donde los avances tecnológicos han dejado atrás a las fantasías literarias de Julio Verne e Isaac Asimov, nos enfrentamos a algo que aún no terminamos de comprender, algo que talvez sea el sentimiento más puro sobre la faz de la tierra, algo que día a día mueve al mundo, me refiero al amor. Aún nos es difícil verlo cuando lo tenemos enfrente, nos es difícil aceptarlo, nos es difícil entender que el amor está en todas partes y nos es difícil entender ciertos romances, cuando deberíamos saber que no podemos criticar ningún romance a menos que hallamos vivido en carne propia el amor que esa pareja vive y eso es imposible por que cada amor se vive diferente.

Pero aún así sentimos el derecho de criticar y hemos llegado al punto de prohibir ciertos amores, así como en los 40’s estaba prohibido el amor entre un judío y una alemana, así como en los 50’s estaba prohibido el amor entre un joven de color y una joven blanca o en los 60’s estaba prohibido el amor entre una capitalista y un socialista, ahora estamos prohibiendo otras clases de amores. Parece que nos olvidamos de lo que decían The Beatles: “All you need is love” y comenzamos a complicarlo todo. Esta historia relata un amor prohibido en la actualidad, donde lo último que importa es el amor y lo principal son las apariencias.