jueves, 6 de agosto de 2009

Sangre Maldita / 3. Ella se fue de casa


Los primeros rayos de sol comenzaban a tocar al fraccionamiento Cañaveral, la nana tocó la puerta como era la rutina, según esta misma Daniela debía abrir la puerta, pero como había pasado en dos ocasiones anteriores nadie la abrió, entonces la nana se tomó la libertad de abrirla, no fue una sorpresa para ella encontrar la cama vacía ya que Daniela se había escapado dos veces con anterioridad, en sus adentros la nana pensó:

"Bueno la tercera es la vencida"

Bajó a informar a los padres de Daniela, ambos se quedaron estupefactos, no creían que las cosas se pudieran poner más negras pero parecía que el destino se estaba burlando de ellos. Julián salió de la casa, subió a su automóvil y empezó a buscar a Daniela, mientras Teresa daba aviso a la policía.

A sólo un docena de cuadras de ahí Daniela iba en el transporte público con rumbo desconocido, su mente se encontraba abstraída, no podía tomar una decisión sola, debía verlo a él, pero a la vez no sabría como reaccionaría él cuando se enterara que ¡Oh sorpresa, el telón se ha abierto y la función ha comenzado!

Por primera vez en su vida no sabía adonde dirigirse y eso la desconcertaba tanto que las lágrimas comenzaron a rodar por sus pálidas mejillas, una anciana se acercó y le preguntó:

- ¿Puedo tomar el asiento?

Daniela asintió con la cabeza y una vez que la anciana se había sentado, la contempló un rato y dijo:

- Querida no llores por él, mírame a mí, pensaba que cuando tuviera 64 estaría al lado de mi esposo, pero la historia fue diferente y me abandonó cuando apenas llevábamos 7 años de casados.

Daniela no pudo evitar reír un poco y respondió:

- No, él sí me ama, el problema es otro y necesito resolverlo ya.

La anciana se quedó cavilando un rato y la miraba como analizando la situación sin saberla; entonces dijo:

- Pues entonces él debe saber que lloras, solo él puede traerte consuelo si es que te ama como dices.

La anciana se levantó y bajó en la siguiente parada, Daniela aún no sabía si eso había sido una epifanía o en realidad había pasado, su mente se iluminó y se dirigió a casa de Fernando, hizo la parada y que ese camión no la llevaba adonde necesitaba.

Llegó al edificio de apartamentos donde vivía Fernando y vio estacionado afuera el automóvil de su tío Adrián, esperó al menos dos horas hasta que salieron del edificio sus tíos sin Fernando, y entonces se decidió a entrar pero recordó que el portero del edificio era amigo de su tío, si éste la veía entrar seguro le llamaría y rápidamente darían con su paradero, así que en un arriesgado y sagaz intento por entrar al edificio escaló por una escalera de incendios y entró al departamento de Fernando por una ventana.

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