sábado, 18 de julio de 2009

Più Bella


22 de Julio. El verano ya había comenzado y necesitaba vacaciones. Lo sucedido en Londres me había dejado agotado física, mental y espiritualmente, así que pensé ir a Roma y hacer caso al dicho que siempre menciona Fernando: “todos los caminos conducen a Roma”.

Así que tome el primer vuelo. El primer lugar al que pensé ir al llegar a la capital italiana era la Fontana di Trevi. El día era maravilloso, el cielo era azul… pero no era el azul de siempre, era un azul turquesa hipnotizante y encontrándome cerca de la fontana deseé en mi boca la suavidad y aroma de un tabaco, así que busqué una tienda y compré unos Silk Cuts.

Rústicamente armado con mis cigarros me dirigí a la fontana y me sumergí en el paisaje que la adornaba, aquel que la hacía irresistiblemente bella, majestuosa, ambiciosa y deseosa por obtener algo de mí. Recordé la escena de la película “Tres monedas en la fuente” en la cual, según la tradición, se arrojan tres monedas con la mano derecha sobre el hombro izquierdo: la primera moneda se arroja para regresar a Roma, la segunda para enamorarse de una romana y la tercera para casarse con esa romana en Roma.

Instintivamente solo arrojé dos monedas a la fuente, el matrimonio jamás ha sido lo mío; miré al cielo y arrojé las monedas como la tradición lo dicta y al regresar la mirada del cielo a un plano horizontal vi frente a mí algo que parecía un pedazo de cielo.

La mujer mas bella que había visto en Roma, y eso que he estado varias ocasiones en la ciudad, en mis adentros me dije <<>>.

La mujer me seguía viendo con un aire de misterio hasta que dijo

– ¿Me acompañas?

No me fiaba de ella al principio pero cuando vi su sonrisa acepté, debo admitirlo puedo resistirme a todo excepto una sonrisa sexy y un buen cigarro.

Así comenzamos a caminar por una calle un tanto desierta. Su postura totalmente erguida le daba un encanto y porte particular, su mirada se fijaba en el horizonte y entonces, justo cuando me preparaba para formular una pregunta, ella me ganó la partida y dijo

– ¿Qué te ha traído de visita Roma?

Sonreí y respondí

– Ya sabes guapa la dolce vita.

Ella se rió, pensé en aprovechar para preguntarle su nombre cuando de nuevo me interrumpió diciendo

–¿Tienes un cigarro para mi?

Le extendí uno y naturalmente se lo encendí con mi Zippo cromado. Seguimos nuestra caminata… ¿en realidad estaba sucediendo esto? ¿estaba soñando? ¿Acaso estoy drogado? Esas preguntas rondaban mi cabeza pues aquella mujer era una belleza escultural, una auténtica diosa romana; el vestido azul turquesa como el cielo de aquella mañana, la hacia ver excepcional pero sin presunción, sandalias bajas en las cuales pude admirar sus bellos pies, sus piernas eran torneadas y voluminosas en el punto exacto, su cintura era fina y deliciosamente se me antojaba como una buena pasta, lo demás me limitare a no decirlo puesto que me considero una así, un poco caballero.

Dada la naturaleza del caso he de describir lo que mi mirada descubrió al llegar hasta el punto cumbre de aquella escultura andante, ese punto era su bella faz, ojos infinitos y fijos, nariz pequeña y graciosa, sus labios a la hora de ponerse el cigarro los vi en su máximo esplendor era carnosos y de un color rojo carmesí. Por ultimo toda aquella belleza se veía culminada en un lunar que adornaba su mejilla derecha.

No podía evitar verla mientras iba caminando, entonces algo inesperado sucedió un Volvo S40 azul marino se estacionó al lado nuestro, se abrió la puerta trasera y antes de que ella subiera le dije

– ¿Cómo…?

No pude terminar puesto que ella intuyo lo que iba a preguntar sólo respondió

– Più bella.

Así seguí mi camino pensando si ese era su nombre, più bella que en italiano quiere decir la más bella. Y a pesar de lo extasiado y confundido que estaba en ese momento, no podía retrasarme más. Tenía una cita para comer con un viejo conocido, pero sin lugar a duda aquel acontecimiento sería lo mejor de mi visita a Roma.

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